Autor: Luis Orlando García.
Después de veinte años fuera de mi tierra natal, volví a mis orígenes. Regresé como turista, desde otro hemisferio. Desesperaba por llegar a la casita de madera en que nací y a la escuela rústica donde aprendí a leer. Pero venía sobre todo, con la idea de sentarme bajo las sombras de aquellos árboles, donde había recibido la inspiración de mis primeros poemas, aquellos versos culpables, de que tiempo después me convirtiera en un poeta internacional. También acariciaba la esperanza de reencontrar a la musa motivadora de mis incipientes metáforas… de mi primera declaración de amor y mi primer beso. Dentro de la mochila, venían las tardes de mis juegos infantiles y mi niñez interminable. Quería restablecer los sueños pendientes, entre las hojas secas de la arboleda y realimentar así mi nueva poética… Pero, para sorpresa mía, los árboles no salieron a recibirme.
¿Y ahora qué puede hacer un poeta sin sus árboles?… ¿A dónde fue a parar el viejo escenario donde yo le declamaba a nadie? Tampoco existen aquellas frutas que me servían de almuerzo mientras escribía. ¿Qué será de mi cama leñosa, aquellas raíces sobresalientes donde solía dormir las siestas?
¿Dónde pudiera hallar mi arboleda?… El cambio de uso de suelos, es una de las causas más importantes de Gases Efecto Invernadero, además en las áreas sin árboles, en un período de tiempo determinado, las lluvias o los arroyos provocarán corrimientos de tierra… Sin embargo, mi bosque fijaría el terreno y evitaría la erosión; con mis árboles los suelos se tornarían más fértiles al regenerarse sus nutrientes, se reduciría la temperatura, nuestros ríos estarían más limpios, nuestros acuíferos captarían mejor las aguas…
Los árboles que me provocan poetizar, son los mismos que producen oxígeno y purifican el aire de todos. Mi bosque se dedicaba a absorber el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera, porque cada uno de esos árboles lo almacenaba en su tronco, raíces y hojas… Los que se llevaron mi bosque, se harán responsables entonces del efecto inverso, pues la liberación hacia la atmósfera del carbono almacenado, es una de las mayores agravantes del cambio climático.
Crecimiento demográfico… Desarrollo urbanístico… De los árboles al Internet…Todo se vuelve un collage en mi cabeza, que no me permite escribir ni el más simple verso. Así como se va difuminando mi patrimonio natural, se pierde
también mi poesía. ¿Cómo podré sentir ahora, la seducción de un paisaje que me llevaba a crear irremediablemente?
Mi bosque me ayudaba a distinguir las diversas estaciones del año, me permitía gozarme con los niños que jugaban y aprendían debajo de aquellas sombras paradisiacas…
Necesito mis árboles. Me han cambiado el bosque por un sueño de cemento, algo que mi corazón de poeta no puede soportar. Necesito un simple refugio, esa especie de oasis entre el humo de las nuevas industrias.
Me duelen las calles del ahora mi nuevo barrio, sin sus pulmones naturales, castigadas por el sol fulminante y pidiendo a gritos las sombras de mis difuntos árboles…Mi bosque estuviera en estos momentos refrescando el ambiente; porque sus ramas interrumpirían las llamadas islas de calor y además aportarían humedad, al liberar vapor de agua a través de sus hojas.
Ahora sin mis árboles, cada hogar se calentará más en verano y se enfriará más en invierno, por lo que tendrán que consumir más energía en climatización doméstica y, por si fuera poco, sin mi bosque perderemos protección contra los rayos ultravioletas.
Me preocupa mucho en estos instantes, mi amigo el pájaro carpintero, que ahora sin mi bosque ya no podrá laborar… ¿Y qué decir de las ardillas que se quedaron sin casas, las muchas aves sin nido, las abejas sin panal?… Cerca de un tercio de la superficie de nuestro planeta se encuentra arbolada y, casi la mitad de las especies habitan en ellas, porque ahí tendrán siempre cobijo y alimento.
Padece mi alma por mis semejantes, sabiendo que las masas forestales nutren el 75% de fuentes de agua dulce y que gracias a ello, más de mil millones de personas conviven en esos hábitats.
Mi bosque es nuestro bosque… es el mismo de la deforestación en la selva amazónica, lo cual afecta a toda la población mundial o, el mismo de la selva de Borneo, el mismo del Congo y tanto más…
Las circunstancias me han convertido en otro poeta, siento que es el momento de sustituir la metáfora por el lenguaje llano y directo: el de plantar palabras para recuperar nuestros árboles, sobre todo porque ya sé dónde encontrarlos:
-Nuestros bosques se encuentran en la capacitación técnica, para el manejo adecuado de una reforestación conforme a las condiciones de cada eco sistema, así como en una educación ambiental fundamentada en la información, el conocimiento y la sensibilización, que nos lleve a la valoración de nuestras zonas verdes.
-Nuestros bosques están en la realización de campañas de reforestación, orientadas a la recuperación de los suelos, los ecosistemas y las cadenas de biodiversidad.
-Nuestros bosques están en la coherente toma de decisiones, por parte de las autoridades ambientales y su extremo cuidado en el otorgamiento de licencias para ejecutar obras, así como en el seguimiento que corresponde.
-Nuestros bosques están en los gobiernos locales, que no pueden realizar una planificación urbana, sin tener en cuenta la sostenibilidad y el medio ambiente, previendo las afecciones que se puedan producir.
Definitivamente, nuestros bosques están en nosotros… los que no podemos permitir que el pavimento lo devore todo; los que aprendamos a sentir una responsabilidad sustentada en una conciencia ecológica, los que seamos capaces de pasar del poema, a la acción de crear las nuevas zonas verdes.
Discussion about this post