La historia de Babilonia extiende sus raíces hasta el iii milenio a. C., si bien sus orígenes son desconocidos. Sabemos que la ciudad estuvo sometida a los reyes del Imperio de Akkad y que durante el periodo de la Tercera Dinastía de Ur era la sede de un gobernador local. Sin embargo, por aquel entonces la ciudad de Babilonia era un centro menor en el panorama político mesopotámico.
Entre la tormenta y la transformación: los caóticos primeros siglos del segundo milenio en Mesopotamia
El colapso del estado de Ur III y los cambios en el contexto político de la Baja Mesopotamia supusieron un punto de inflexión y el inicio de la carrera ascendente de Babilonia. En pleno desmoronamiento del estado de Ur III un individuo llamado Išbi-Erra (ca. 2017- 1985 a. C.), funcionario del rey Ibbi-Sîn, aprovechó la situación de desorden para declararse independiente en la ciudad de Isin. Empieza así un periodo de unos dos siglos durante el cual primero Isin y luego Larsa predominan en la región.
A pesar de los intentos de los reyes de Isin de presentarse como los herederos directos del estado de la Tercera Dinastía de Ur, los tiempos habían cambiado. La cohesión territorial de la Baja Mesopotamia se desmorona y a lo largo del periodo proliferan las ciudades con autonomía política.
Mutatis mutandis se volvió al estado de las cosas anterior a la unificación promovida por los reyes del Imperio de Akkad: varios estados de tamaño variable coexisten y compiten por el territorio, y algunos de ellos consiguen imponer su hegemonía sobre otros durante periodos más o menos breves de tiempo.
Junto a la fragmentación política, el otro gran elemento de ruptura con respecto a Ur III lo encontramos en el registro escrito. Después del uso mayoritario del sumerio por parte de los administradores de Ur III, el acadio se convierte en la lengua comúnmente usada en los textos. Se cree que la lengua sumeria estaba ya en esta época en recesión y, si bien no desaparecerá jamás del todo del registro escrito, a partir del cambio de milenio su uso fue quedando progresivamente arrinconado a círculos escribales y cultuales.
El periodo de hegemonía de Isin y Larsa fue truncado finalmente por el auge de Babilonia bajo las órdenes de Hammurabi. Con Hammurabi Babilonia empieza a ejercer una relevancia política y religiosa en la región que nunca había tenido hasta el momento pero que ya no perderá jamás.

Restos de visibles de yacimiento.
Hammurabi y la transformación de Mesopotamia: un vistazo a su impacto
La dinastía de Hammurabi probablemente tuviera su origen en los muchos grupos tribales amorreos que se sedentarizaron durante el cambio de milenio. Cuando el antecesor de Hammurabi, Sumu-abum (ca. 1894-1881 a. C.), fundó su dinastía en Babilonia, los principales poderes en la región eran Isin y Larsa.
Babilonia seguía siendo un poder menor en la zona que, encajado entre estados mucho más potentes, consiguió mantenerse como poder independiente. Fue con el padre y predecesor de Hammurabi, Sîn-muballit (ca. 1812-1793 a. C.), que Babilonia empezó a desarrollar una política expansionista que sería culminada por su hijo y sucesor.
Hammurabi (ca. 1792-1750 a. C.) llegó al trono en un contexto de aumento de la tensión militar en la zona y gracias a numerosas campañas militares consiguió expandir las fronteras del reino hasta controlar toda la Baja Mesopotamia. Tales conquistas fueron acompañadas por obras de consolidación del reino, como son la construcción de templos, canales o fortificaciones, y por la intervención en la esfera económica con la imposición de varias reformas fiscales.
Las fuentes que nos informan sobre su reinado muestran una gestión fuertemente centralizada del estado y la activa participación del monarca en el ámbito judicial. No sabemos si una tarea tan activa de gobierno acabó pasando factura a la salud del monarca, pero lo cierto es que Hammurabi enfermó gravemente a finales de su reinado y tuvo que dejar el poder antes de morir.
La política internacional de su reinado estuvo marcada por las dinámicas generales de la época, caracterizadas por la volatilidad de las alianzas y la crudeza de las estratagemas políticas. La época de Hammurabi fue un periodo descarnado en el que un aliado podía convertirse rápidamente en enemigo.
Un buen ejemplo de ello es la actitud del propio Hammurabi con Zimri-lim (ca. 1780- 1758 a. C.), rey de Mari. A pesar de haber sido aliados en el pasado, Hammurabi terminó conquistando Mari y sus territorios, aunque hoy en día las causas y las circunstancias de la conquista no están claras.
Envió allí a varios funcionarios que durante dos años catalogaron minuciosamente los tesoros y los archivos de la ciudad y, después de llevarse todo lo que consideraron de valor o utilidad, derrumbaron las murallas e incendiaron la ciudad.
Invasión de los hititas en Babilonia: desafiando el orden
Después de la muerte de Hammurabi, la dinastía fundada por Sumu-abum siguió reinando en Babilonia durante unos 150 años más. Los textos conservados de sus sucesores nos informan de cuestiones de tipo económico y político y sabemos que la dinastía se mantuvo con altos y bajos durante cinco generaciones más.

Mapa de la Babilonia de Hammurabi, sexto rey de la Primera dinastía (1792-1750 a. C.).
Sin embargo, a lo largo de este periodo el reino fue perdiendo territorio e influencia internacional. El reinado del último monarca, Samsu-ditana (ca. 1625-1595 a. C.), es por lo general bastante desconocido. Finalmente, hacia el año 1595 a. C. tropas llegadas desde el lejano país de Hatti atacaron y saquearon Babilonia. La hazaña quedó grabada tanto en la tradición babilónica como en la hitita.
Un texto babilónico conocido como Crónica de los reyes de antaño nos cuenta: «En los tiempos de Samsu-ditana los hititas marcharon contra Akkad». Por su parte, un texto hitita conocido como la Proclamación de Telipinu nos informa: «Luego (el rey Muršili I) fue a Babilonia. Destruyó Babilonia y luchó contra las tropas hurritas. Se llevó prisioneros y botín de Babilonia al país de Hatti». Este inesperado asalto puso fin a la dinastía de Hammurabi.
Evidentemente Babilonia estaba demasiado lejos de Hattuša como para aspirar a un control estable de la región, así que las tropas de Muršili I se limitaron a saquear la ciudad. El vacío de poder generado por la razia hitita fue aprovechado entonces por los casitas, una alianza de tribus del este ya más o menos integrada en la sociedad babilónica, que probablemente fue ocupando progresivamente parcelas de poder hasta establecer finalmente su hegemonía.
Explorando la Babilonia casita
Con el saqueo hitita de Babilonia y el desmoronamiento de la dinastía de Sumu-abum empieza, en la Baja Mesopotamia, un periodo de escasez de fuentes escritas de duración incierta. Aunque se trata de un periodo mal conocido, durante su desarrollo se produjeron algunos cambios cruciales que llevaron al estado de las cosas de la segunda mitad del segundo milenio a. C.
Probablemente el cambio más importante que se produjo en esta época es el ascenso de nuevos grupos de población. Principalmente, los hurritas en el norte y los casitas en el sur.
A partir de la antroponimia, se cree que los casitas habían vivido dentro y alrededor de Babilonia al menos desde el siglo xviii a. C. y que probablemente tenían su origen en grupos tribales nómadas o seminómadas. A lo largo del proceso de reorganización de las estructuras políticas y sociales que habían sido destruidas con el colapso del estado paleobabilónico en el año 1595 a. C. estos grupos de población establecieron progresivamente su hegemonía y consolidaron, a lo largo de los mal conocidos siglos xvi y xv a. C., el estado casita.
Cuando el registro escrito vuelve a ser abundante, en el siglo xiv a. C., nos sitúa directamente in medias res, con una dinastía casita gobernando la Baja Mesopotamia bajo el nombre de Karduniaš, término que designa a Babilonia y cuyo origen parece haber sido casita.

Vista antigua de Aqur Kuf, Mesopotamia (hoy Irak), en una ilustración de 1867.
La existencia de una lengua casita es conocida gracias a los nombres propios y a términos concretos que aparecen insertados en los textos, escritos en acadio. No se ha hallado ningún texto en casita, por lo que esta lengua sigue siendo ampliamente desconocida.
El panorama que nos muestran las fuentes de la segunda mitad del ii milenio es radicalmente distinto al del periodo precedente, no solo en Babilonia, sino en toda la región del Próximo Oriente. Durante el siglo xv a. C. la zona vio la consolidación de una serie de estados de un tamaño considerable, plenamente centralizados, territorialmente cohesionados y económicamente integrados que tienen un poder más o menos equivalente.
Se trata, principalmente, de Babilonia, Asiria, Mittani, Elam y el Reino hitita. Sin duda, la característica principal del periodo es el sistema de contacto e intercambio internacional que se establece entre los monarcas de estas grandes potencias. Este sistema, que incluye Egipto y el Mediterráneo oriental, quedó inmortalizado en los textos del yacimiento de El-Amarna, en Egipto.
Lo que nos muestran las cartas de Amarna y otras fuentes es toda una red de relaciones entre los monarcas de los varios países que se desarrolla acorde con una estricta jerarquía. Básicamente se distingue entre los Grandes Reyes, monarcas de las principales potencias, y aquellos que eran sencillamente Reyes, monarcas de estados menores.
Hay quien ha definido este sistema como sistema regional o club de los grandes reyes, porque solo un grupo reducido de monarcas formaba parte de esta élite política. Esta red de contactos, que se materializa en el intercambio de mensajes, bienes y personas, quizá enmascara pero no esconde la competencia que también se producía entre estas entidades políticas y que en algunos casos terminó en enfrentamiento abierto.
La Babilonia de esta época estaba inmersa de lleno en este sistema de relaciones, pues era una de las grandes potencias del momento. Dos de sus monarcas, Kadašman- Enlil I (ca. 1374-1360 a. C.) y Burnaburiaš II (ca. 1359-1333 a. C.), aparecen en las Cartas de Amarna llevando el título de Gran Rey e intercambiando correspondencia con los faraones Amenhotep III y Amenhotep IVAkenatón.
En la Carta EA 4 podemos leer: «Tú, mi hermano, cuando te pedí una hija para (contraer) matrimonio (con ella) me respondiste acerca de no darme una hija (en matrimonio), diciendo: “Desde antaño ninguna hija del rey de Egipto ha sido dada (en matrimonio) a nadie”. ¿Por qué no? Tú eres rey, puedes hacer lo que quieras. Si dieras (una hija en matrimonio), ¿quién diría nada?

Código de Hammurabi.
Cuando me dijeron este mensaje, escribí a mi hermano diciendo: hay hijas adultas de otros, mujeres bonitas. Envíame una como si fuera tu hija. . Quien va a decir: ≪Ella no es la hija del rey≫? (Pero) tu, a causa de (la costumbre de) no enviar, no me (la) has enviado. . ¿Es que no buscabas fraternidad y amistad? ≫. (Ver recuadro).
El periodo mejor documentado de la historia del reino es el que va desde el reinado de Burnaburiaš II hasta el reinado de Kaštiliašu IV (ca. 1360-1225 a. C.), principalmente gracias a un archivo sustancial encontrado en la ciudad de Nippur.
Aunque se han hallado pocos textos que provengan de otras zonas del estado, es bien conocido que los monarcas casitas patrocinaron numerosas obras de construcción a lo largo del reino. Entre ellas, la construcción de una capital ex novo, llamada Dūr-Kurigalzu.
El reinado de Kaštiliašu IV (ca. 1360-1225 a. C.) marco el inicio del fin del estado casita. La política expansionista de Asiria, en el norte, y de Elam, al este, termino por provocar el colapso del estado hacia el 1155 a. C. Su desaparición, que se produce más o menos en paralelo al fin de otras entidades políticas del entorno, debe entenderse en el contexto general del colapso del sistema regional y de lo que ha venido a llamarse ≪crisis del Bronce Final≫.
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