Aveces nos ahogamos en un vaso con agua. Tenemos la fe, pero el hecho de ser una persona pecadora nos puede hacer temer y dudar. No hay que asustarse si eso sucede. Sólo debemos pensar en que cuando Dios dice sí, es sí, no importa los nos que ronden en tu cabeza. Recuerda que la afirmación que vale no es la nuestra, es la de Él, que todo lo puede. Dejarse guiar por ese camino que Él va limpiando para ti, que prepara para que todo fluya, es una muestra más que suficiente para que te des cuenta de que ya dijo que sí a esas peticiones que le haces.
NO DEJES DE PEDIR
Eso sí, debemos poner todo en manos de Dios, pero sin dejar de orarle, adorarlo, pedirle, ofrecerle, cumplirle y agradecerle. Así como Él cumple su promesa, debemos cumplir la nuestra. Eso le agrada. Ante cualquier situación, es preciso prestarle atención a esas señales divinas que nos da, a esos mensajes que llegan hasta de quien menos te imaginas, y a esos envíos angelicales que te sorprenden, pero que te confirman su existencia, y fortalecen tu fe.
UN ESTADO FABULOSO
Tener la certeza de que cuando Él dice sí, es que sí, te hace sentir como si vivieras en una ciudad fabulosa, donde no importa que el mundo se te esté cayendo encima, tú tienes la convicción de que son amagos que no llegarán hacerte daño, pues el Señor siempre está para cuidarte, pero sobre todo, para probarte. Sí, así como lo lees, para probar tu fe, tu fortaleza, tu actitud positiva ante la vida… Él lo tiene todo fríamente calculado, pero no como El Chapulín Colorado, sino como el más grande ser que existe y que siempre está para protegernos, cuidarnos, amarnos, y hacernos sentir en un estado fabuloso.
SATISFACCIÓN DIVINA
Cuando sientes esa plenitud de que hay señales tangibles de la existencia de Dios, llega la satisfacción divida, esa que te reconforta, que te hace más fuerte, que te hace confiar cada vez más en que Él y sólo Él tiene la potestad de hacer las cosas conforme a su voluntad. No importa lo que otros te digan, así sean expertos, científicos y sabios, es Su palabra la que cuenta porque cuando Dios dice sí, es porque ese sí viene completo, ni con más ni con menos. Recuerda que Él no trabaja a medias. Lo que comienza lo termina y a nosotros sólo nos pide que creamos, que tengamos fe, que le demos la gloria y que seamos agradecidos. O sea, que lo que Él nos pide, todos podemos darlo, no nos cuesta nada. Es a las pocas cosas a las que el rico y el pobre pueden acceder sin distinción. El único requisito que tiene es que creas en que Su Sí, es verdadero y es para salvarte. Amén.
Estilo de vida
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